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Y a los extranjeros que se han unido al Señor
    para servirle,
para amar el nombre del Señor
    y adorarlo,
a todos los que observan el sábado sin profanarlo
    y se mantienen firmes en mi pacto,
los llevaré a mi monte santo;
    ¡los llenaré de alegría en mi casa de oración!
Aceptaré los holocaustos y sacrificios
    que ofrezcan sobre mi altar,
porque mi casa será llamada
    casa de oración para todos los pueblos».

Así dice el Señor omnipotente,
    el que reúne a los desterrados de Israel:
«Reuniré a mi pueblo con otros pueblos,
    además de los que ya he reunido».

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